Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero ante este problema

El Colegio de Enfermería de Alicante, a través de su Grupo de Trabajo de Enfermería contra la Violencia de Género quiere destacar, con motivo de la celebración el 6 de febrero del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), la importancia de la unión de fuerzas desde todos los ámbitos para luchar contra este problema. Una circunstancia que va en consonancia con el lema de este año establecido en “No hay tiempo para la inacción mundial: unión, financiación y acción para eliminar la mutilación genital femenina”. Una unidad de acción en la que las enfermeras, sobre todo las matronas, deben tener una participación especialmente activa.

Tal y como se destaca desde Naciones Unidas, la mutilación genital femenina es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas. Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.

En 2020, la pandemia de COVID-19 ha afectado de manera negativa y desproporcionada a las niñas y las mujeres, lo que ha dado lugar a una pandemia en la sombra que entorpece la consecución de la meta 5.3 de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU sobre la eliminación de todas las prácticas nocivas, incluida la mutilación genital femenina.

Para erradicar la MGF aún queda un largo camino, puesto que es una práctica cultural muy arraigada en muchos lugares, donde juega un papel social muy relacionado con el rol y el concepto de la mujer en estas sociedades. Por ello, no bastaría solo con prohibirla, sino que además debe avanzarse en otros ámbitos como el de la lucha por la igualdad de la mujer, la salud universal y los Derechos Humanos. Un problema que se produce en sociedades cristianas y animistas, y no solo en musulmanas, y que representa el cénit de la violencia de género en el siglo XXI.